Aprender a soltar: el arte de dejar ir lo que ya no vibra contigo
Aug 13, 2025
Cuando cerramos una etapa, un vínculo o una versión antigua de nosotros, también cerramos las expectativas que habíamos creado. Aprender a soltar no significa renunciar a todo lo vivido, sino agradecer y reconocer que ya no está alineado con quien somos hoy. Es abrir espacio para que algo nuevo pueda florecer.
El cuerpo también guarda lo que ya no va
Muchas veces sentimos que ya superamos algo, pero el cuerpo lo sigue sosteniendo. Tensión en los hombros, rigidez al respirar, nudos que no se disuelven. Soltar también es un acto físico. Por eso, las prácticas que involucran movimiento consciente, respiración o meditación, son caminos amorosos para acompañar ese proceso. Dejar ir, poco a poco, desde el cuerpo hacia adentro.
No hay una línea recta ni un tiempo exacto para dejar ir.
A veces necesitamos regresar muchas veces a lo mismo hasta que el cuerpo y el alma estén listos. No se trata de forzarnos a “superar”, sino de acompañarnos con paciencia. Respetar nuestro propio ritmo también es parte del autocuidado.
Hay gestos cotidianos que pueden ayudarnos a soltar con más conciencia: escribir una carta que no se enviará, limpiar un espacio físico, cerrar los ojos y decir en voz baja “esto ya no me pertenece”. No necesitas grandes ceremonias o rituales complejos. A veces lo más simple es también lo más transformador.
Elegir qué se queda, también es soltar
No todo se va. También hay cosas que elegimos conservar: valores, aprendizajes, relaciones que se transforman en vez de terminar. Soltar también es un acto de claridad. Implica observar qué sí vibra contigo hoy y merece ser nutrido. Es una forma de reordenar tu energía con intención.
Soltar no es una habilidad que se domina de una vez. Es una práctica que se cultiva, una y otra vez. No desde el rechazo ni desde la urgencia, sino desde el deseo profundo de vivir con más liviandad.
Porque aprender a soltar también es aprender a volver a ti.