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La ansiedad no miente

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Curso para entender la ansiedad

Ustedes cómo yo seguramente han escuchado esa frase de “tu ansiedad miente”.

Normalmente se usa para transmitir el mensaje de que cuando nos sentimos insuficientes bajo la influencia de la ansiedad, no deberíamos asumir que somos así, sino que es la ansiedad la que distorsiona nuestra visión de nosotrxs mismxs y nos hace creer eso. La frase en sí obviamente es bien intencionada y busca ser una herramienta para defendernos de los diálogos internos que nos atacan, pero siempre me ha parecido sumamente problemática y hasta hace poco pude aterrizar la reflexión que me llevó a entender porqué.

La ansiedad, es una emoción, como cualquier otra, no es buena, no es mala, sólo es. Pero por definición es incómoda, a nadie le gusta sentir ansiedad, es invasiva, dolorosa y distorsiona la percepción que tenemos sobre nosotrxs y el mundo. Pero... no es una cosa que brota de la nada sin explicación ni contexto, suele tener un trasfondo. Cabe aclarar que una cosa es la ansiedad por sí sola y otra muy distinta es el trastorno de ansiedad generalizada, acá voy a hablar mucho más de la ansiedad como una simple emoción, no tanto como parte de un trastorno.

La ansiedad como una simple emoción

La ansiedad es la alarma de incendios de nuestro sistema nervioso, se enciende cuando estamos en peligro y se niega a apagarse hasta que le hacemos caso y corremos lejos de lo que nos pone en riesgo. Lo difícil es que, contrario a las llamas, los riesgos emocionales no son tan fáciles de detectar.

En Harry Potter y la cámara secreta, la abuela de Neville le regala una recordadera, una esferita simpática que se llena de humo rojo cuando Neville olvida algo. El problema es que aunque el dispositivo notifica a Neville de un olvido, él nunca puede recordar exactamente qué es lo que olvidó.

Muchas veces la ansiedad funciona así, como esa alerta taladrante que te dice que corras, pero no de qué.

Y ahí es donde todo se vuelve difícil de gestionar, porque el estado de alerta e inquietud y la falta de certeza sobre qué exactamente es lo que nos pone en riesgo, nos lleva a estar híper-vigilantes, a temerle a todo y pensar que todo a nuestro alrededor podría ser una amenaza. Al no poder ubicar el peligro en un punto concreto, asumimos que está en todas partes y entre menos herramientas tenemos para reconocerlo más terminamos pensando que la falla, el peligro, está en nosotrxs, en lo que somos o en lo que hacemos.

También es ahí donde la ansiedad puede volverse cruel, trasformándose en diálogos internos hostiles o dolorosos y en dudas paralizantes sobre nuestra capacidad para sostenernos o gestionarnos.

La ansiedad puede ser engañosa, sí, pero inmediatamente ponerle la etiqueta de “es que la ansiedad miente” es invalidarla por completo, en lugar de buscar explorar de dónde viene.

Y eso no quiere decir que si en tus estados ansiosos piensas que eres una impostora incompetente eso sea cierto, pero sí quiere decir que si ese es el diálogo interno que te arroja tu ansiedad, es importante explorar de dónde viene.

Porque pensar que la ansiedad miente, negarte a escuchar lo que te dice y contradecirla cada que aparece va a ser muy contraproducente, porque la ansiedad, cómo toda buena alarma, aumenta su volumen y frecuencia cuando nos negamos a escucharla.

Ahora bien, también puede ser que te abrume demasiado sentirla y que la única herramienta que hayas encontrado sea negarla, eso no tiene nada de malo, pero difícilmente te va ayudar a gestionarla. En esos casos lo ideal sería buscar construir herramientas distintas y buscar ayuda y contención si crees que la necesitas, porque aunque es importante trabajar con la ansiedad, hacerlo en soledad puede ser muy difícil.

La ansiedad no miente

La ansiedad no miente, al contrario, reacciona, busca maneras de ser escuchada, se aproxima a nosotrxs de la forma en la que tenga que hacerlo para que le pongamos atención y entre más la negamos o invalidamos más agresiva se vuelve.

Y como parte de esa agresión, sí nos puede llevar a pensar o sentir cosas que no necesariamente son ciertas, pero el objetivo último de tu emoción no es engañarte, sino protegerte, incluso si a veces sus mecanismos para hacerlo son contra intuitivos.

La ansiedad que te dice que no eres suficientemente capaz para aplicar a ese trabajo que traes en la mira es molesta y dolorosa, sí, ¿pero qué gana al hacerte pensar eso? ¿De qué manera te protege?

Es un obstáculo a tu crecimiento laboral, eso es cierto, pero al mismo tiempo te está intentando resguardar del dolor de un posible rechazo o fracaso.

¿Es esa razón suficiente para hacerle caso

y quedarte en dónde estás?

Muy probablemente no, igual tenemos que tomar acción y sobreponernos a la ansiedad, pero sí es recomendable trabajar para hacerla sentir más segura, para desenmarañar esa sensación específica de insuficiencia y ver de dónde viene, cómo se originó y pensar en estrategias que nos ayuden a abordarla y transformarla.

Bajo la premisa de que la ansiedad miente nos negamos a escucharla, no solo a todas esas cosas que de repente nos dice y que sí pueden doler o ser difíciles de sostener, sino también a todos los aprendizajes potenciales que podemos obtener de ella.

La ansiedad no miente, guía. Y el reto no es cómo desaparecerla, sino cómo aprender a escucharla.

–Maynné Cortés

 

 

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Aprenderemos cómo dejar de verla con angustia y entender que también puede ser una aliada valiosa en nuestro proceso emocional. 
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